El concepto de Género en la construcción de una sociedad más justa y democrática.

Por Angélica Lorena Londoño*

 

Comprender el concepto de género y equidad de género, permite avanzar hacia un mundo más justo, en el que hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades y sean libres de participar en diferentes espacios sin ningún tipo de discriminación, lejos de lo que socialmente se ha definido que “deben” hacer las mujeres o los hombres (roles); y con la plena satisfacción frente al ejercicio de sus derechos.

 

El género no es sinónimo de mujer.  Si bien es cierto, la historia marca el surgimiento de este concepto a partir de movimientos feministas a través de los cuales las mujeres invitaron a reflexionar ante las posiciones discriminatorias, las cuales no podían ser justificadas desde las diferencias biológicas entre hombres y mujeres y la supuesta inferioridad en capacidades producto de esas diferencias; no quiere decirse con esto que, cuando se atañe al concepto de género, se haga referencia exclusiva a las mujeres.

El término género nos concierne a todos, involucra a hombres y mujeres al igual que implica la atención de otras categorías como la edad, la etnia, la orientación sexual, la discapacidad y situaciones como el desplazamiento forzado, el conflicto armado, entre otras.

En este sentido, se reconoce la diversidad y heterogeneidad de las mujeres y de los hombres, lo cual guarda relación con el concepto de equidad de género, en tanto que implica el reconocimiento y valoración de dicha diversidad y la posibilidad de brindar un trato igualitario en tanto sujetos de derechos, y diferenciado desde sus propias necesidades.

Se entiende por “Género” a los conceptos sociales frente a las funciones, comportamientos, actividades y atributos que cada sociedad considera apropiados para los hombres y las mujeres[1].  Esto quiere decir que, socialmente se han asignado una serie de roles que marcan lo que se espera frente al comportamiento del sexo masculino y el sexo femenino, lo cual se enseña desde temprana edad y se construye a través de la sociedad y la cultura.

Tradicionalmente, se atribuyen a las mujeres roles pasivos, de cuidado de los otros, de mayor sensibilidad y básicamente se espera que sean madres y esposas y se remitan al ámbito de lo privado, mientras que a los hombres se les atribuye la actividad, el poder, la fuerza y el rol de proveedores y se les otorga el ámbito de lo público[2].

Cuando se asume que hombres y mujeres deben comportarse de acuerdo con los roles que se les han atribuido, se pueden presentar inequidades dadas las diferencias en las funciones que a cada uno de estos grupos le han sido asignadas por la sociedad, y adoptar posturas discriminatorias cuando el comportamiento no es coherente con lo que se esperaría de cada sexo, o cuando se considera que una persona por el hecho de ser mujer u hombre, no está en la capacidad de realizar ciertas actividades o de acceder a determinadas oportunidades.

Esta postura frente a los roles de hombres y mujeres que se ha construido a través del tiempo, y ya que en su mayoría recae negativamente en el sexo femenino, ha generado situaciones de inequidad en las cuales las mujeres se han visto principalmente afectadas y con la necesidad de movilizarse para generar un cambio.

Por esta razón, la perspectiva de género tomó fuerza en los años 70’s a través de movimientos feministas que reclamaron por la igualdad y la no discriminación en razón del sexo y del género, cuya finalidad más allá de dar cuenta de una realidad injusta, fue promover una transformación que lograra erradicar las inequidades que se presentaban entre hombres y mujeres.

La perspectiva de género implica una transformación social de fondo para la búsqueda de condiciones de equidad, donde hombres y mujeres tengan la libertad de ejercer sus derechos y de construir contextos para el reconocimiento de las desigualdades, acogiéndose a los marcos normativos, políticos y socioculturales que han evolucionado en materia de reconocimiento de derechos, interiorizando comportamientos, prácticas y costumbres incluyentes y respetuosas de la diferencia.

En este sentido, la perspectiva de género tiene que ver con la postura que se adopta para el análisis de las situaciones, que desde un punto de vista sistémico, se relacionan con el género, tales como variables económicas, políticas, sociales, etc., y también variables que constituyen la definición de género en sí, como la orientación sexual, identidad de género, entre otras.

Por su parte, el enfoque de género centra la atención en las condiciones necesarias para garantizar derechos de acceso a bienes y servicios de la sociedad con justicia e igualdad. En la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo El Cairo, en 1994[3], se hizo énfasis en la importancia de eliminar las brechas entre hombres y mujeres y de propender por la igualdad de género, para que ambos puedan tener acceso a oportunidades que les permitan la plena efectividad de sus derechos.

Esto indica que debe haber imparcialidad en el trato que reciben mujeres y hombres de acuerdo con sus necesidades, ya sea con un trato igualitario o con uno diferenciado pero que se considera equivalente en lo que se refiere a los derechos, los beneficios, las obligaciones y las posibilidades[4].

Cuando se garantice que el enfoque de género trasciende a todos los ámbitos en los que se desarrollan las personas, se podrán detectar oportunamente factores de desigualdad discriminación y violencia, y movilizar acciones para transformar las situaciones que perpetúan esas inequidades, en procura de la construcción de identidades femeninas y masculinas que no se basen en los comportamientos que socialmente se le han asignado a hombres y mujeres, sino que se genere una distribución justa de los roles, para la construcción de una sociedad más equitativa y democrática.

En este sentido entender que, si bien es cierto, la historia ha marcado una pauta frente a lo que es socialmente admitido en cuanto al comportamiento de los hombres y las mujeres; es deber de todos incorporar en los diferentes espacios de socialización los conceptos de perspectiva de género y equidad de género, que permiten identificar obstáculos que impone la sociedad y que generan inequidades, para transformar y ofrecer una mirada incluyente tanto a hombres y mujeres desde sus intereses, necesidades y prioridades, posibilitando la participación de todos los seres humanos para la construcción de ciudadanía y el goce de condiciones para el beneficio común, principalmente en el ejercicio de sus derechos.

 

 * Autora invitada. Psicóloga, Universidad Santo Tomás. Candidata a Magíster en Salud Sexual y Reproductiva, Universidad el Bosque.


[1] Género y salud Organización Mundial de la Salud – OMS, 2018.

[2] Perrotta G. La perspectiva de género en salud sexual y reproductiva. Memorias del II Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología, XVII Jornadas de Investigación y Sexto Encuentro de Investigadores del MERCOSUR: Contribuciones a las Problemáticas Sociales. Argentina: Facultad de Psicología – UBA, Secretaría de Investigaciones, 2010.

[3] Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo. El Cairo. 1994.

[4] Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola FIDA. Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola FIDA. En línea 2017, disponible en: http://es.unesco.org/creativity/sites/creativity/files/digital- library/cdis/Iguldad%20de%20genero.pdf

 

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